domingo, 8 de marzo de 2009

En Semana Santa

Tengo montones de recuerdos de la Semana Santa. Hoy quiero compartir uno con vosotros y os animo a que hagáis lo mismo conmigo. De esta forma, me siento más conectada a vosotros.

Como sabéis, pertenezco a una familia muy numerosa. En casa se vivían muy intensamente los distintos tiempos litúrgicos. Desde pequeña aprendí a vivir la Semana Santa de forma muy intensa. Me intrigaba que mi padre, que nos había enseñado cada rincón de la ciudad y de las cofradías, no quisiera llevarnos nunca a ver las de “madrugá” a pesar de nuestra insistencia infantil.
Siendo ya adolescente lo descubrí vistiendo túnica de nazareno y preparándose para hacer su estación de penitencia. Parecía aún más alto. Por primera vez lo ví serio y me dió un abrazo con tanto cariño que hoy casi puedo oler su perfume. Aquel día lloré de emoción cuando lo ví alejarse desde la ventana. Cuando fui un poco mayor, intentaba buscarlo y volvía a llorar por no haberlo sabido reconocer.